viernes, 31 de diciembre de 2010

De nuevo, navidad

Una vez más, fuerzo la sonrisa al colocar los turrones. Una vez más, engullo langostinos empapados en mahonesa, esperando engullir también mis lágrimas.

Un año más, miro a otro lado cuando me encuentro un belén,un año más miro durante largo rato la pila de regalos, y cierro los ojos esperando que aparezcas para repartirlos.

Un año más, tu ausencia me invande, y deseo con cada uva que este dolor no desaparezca nunca,
porque cada lágrima me acerca un poco a tí,
porque no quiero olvidarte,
aunque duela.

Feliz Navidad, abuelo.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El síndrome de la sala de llegadas

Siempre me han gustado las salas de llegadas de los aeropuertos. Hoy, mientras esperaba a mi hermano, me he emocionado con las escenas que se representaban a mi alrededor...

Una abuela llorando, arrodillada,  mientras abrazaba a sus dos nietas gemelas, de un par de añitos. Las niñas no dejaban de saltar, de besarla, de decir: "¡abuelita!", mientras el padre las observaba sonriendo.

Un padre joven, de apariencia magrebí, llora al ver aparecer su mujer con una bebé en un carrito. Él coge en brazos a la pequeña, y aunque no sabe ni cómo colocarse, se la come a besos, y mira incrédulo y sonriendo a su mujer. Algo me dice, que es la primera vez que ve a su hija...

Un chica joven, sale por la puerta mirando en todas direcciones. Se le ilumina la cara y sale corriendo para terminar fundida en un abrazo inmenso con su novio. No se sueltan, no hay manera... finalmente él aparta la cabeza y le planta un beso en la nariz...

En ese momento ha llegado mi hermano, y se me ha puesto a mí también un nudo en la garganta. Le he besado y abrazado. ¡Ay que ver qué sensible me pongo, para 6 días que ha estado fuera! Será el síndrome de la sala de llegadas...