¿No has sentido nunca ganas de despotricar muchísimo?
Ganas tremendas de poner a alguien a caer de un burro, de llamarle de todo menos bonit@, de sacarle los ojos y comértelos a cucharitas...
En definitiva, de hacer y decir cosas de las que, con toda probabilidad, te arrepentirás al día siguiente.
Porque en realidad, no era tan grave lo que hizo Fulanit@, porque te perdieron totalmente las formas, porque ahora, visto de otro modo, piensas diferente...
Pero las palabras ya salieron de tu boca y no puedes hacer que se olviden. ¿Verdad? ¿A que te ha pasado?
Pues yo he encontrado la solución :)
No ofende, no agrede, no tengo que arrepentirme, y desahoga si lo acompaño con más o menos exclamaciones.
Y así, calmando mi furia interior con las patatas con conejo, gano tiempo para respirar, pensar con calma, contar hasta 100 y hasta 1000, y reflexionar sobre el motivo de mi enfado.
Así, conseguiré encontrar los motivos exactos de mi emoción negativa, y tendré tiempo para buscar las palabras adecuadas que expresen, asertivamente, lo que siento.
¿Te apuntas conmigo? ¿Qué sustituto has elegido?
No hay comentarios:
Publicar un comentario