jueves, 19 de noviembre de 2009

Presentación oficial


Recuerdo el patio del colegio al que iba cuando era pequeña. Había algunos castaños enormes, y en otoño el suelo se cubría de castañas pilongas.
Las monjas nos decían que no se podían comer porque te volvías loca, así que siempre he creído que la culpa de todas mis locuras las tienen estas castañas y mi primera desobediencia a la autoridad monjil.
Mi madre, en cambio, me decía que estas castañas daban suerte. Desde entonces, siempre he llevado alguna encima. Primero en mi mochila del cole, luego en mi bandolera universitaria, y ahora en el bolso-maletín con el que voy a la oficina.
Por eso, cuando esta mañana he decidido, así de pronto, que quería empezar un blog, he querido ponerle un título que dijera algo de mí... y es que soy una chica con suerte, y también estoy un poco zumbada. ¿Qué mejor que una castaña pilonga para definirme?

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